¿Por qué las contraseñas que nunca caducan pueden ser una decisión arriesgada para la seguridad?

Contraseña

En el panorama digital actual, la gestión de contraseñas es uno de los aspectos más críticos de la ciberseguridad. La creciente sofisticación de los ataques cibernéticos ha hecho que las políticas de seguridad de las contraseñas sean un tema candente tanto para las empresas como para los usuarios individuales. Uno de los debates más comunes gira en torno a si es seguro que las contraseñas nunca caducan o si deben renovarse regularmente.

El papel de las contraseñas en la ciberseguridad

Las contraseñas siguen siendo una de las primeras líneas de defensa contra los ataques cibernéticos. Las organizaciones dependen de políticas de contraseñas para garantizar que solo los usuarios autorizados tengan acceso a sus sistemas. Las contraseñas débiles, reutilizadas o comprometidas pueden ser explotadas fácilmente por los atacantes, facilitando violaciones de datos y robos de identidad.

Tradicionalmente, las contraseñas han estado sujetas a políticas de caducidad, lo que obliga a los usuarios a cambiarlas periódicamente. Esto ha sido parte de una estrategia destinada a minimizar el riesgo de que las contraseñas comprometidas sean explotadas durante un largo período de tiempo. Sin embargo, en los últimos años, algunos expertos han cuestionado la efectividad de esta práctica.

El proceso de vencimiento de contraseñas

La caducidad de contraseñas, generalmente cada 90 días, se introdujo como una respuesta a los crecientes riesgos de ataques como la fuerza bruta. Estos ataques implican la prueba de miles de combinaciones de contraseñas para acceder a una cuenta. Aunque los sistemas más avanzados almacenan contraseñas como hashes criptográficos, que dificultan el acceso a las credenciales sin descifrar el hash, un atacante con suficientes recursos puede eventualmente comprometer estas contraseñas.

La caducidad frecuente obliga a los usuarios a crear nuevas contraseñas, lo que aumenta la probabilidad de que, si una contraseña ha sido comprometida, se limite el tiempo durante el cual podría usarse para un ataque.

¿Por qué un vencimiento de 90 días?

La duración de 90 días se basa en un equilibrio entre seguridad y usabilidad. Cambiar contraseñas con demasiada frecuencia puede ser molesto para los usuarios y, en última instancia, llevar a una gestión de contraseñas inadecuada. Esto incluye prácticas como la reutilización de contraseñas o crear contraseñas que sean ligeras variaciones de la anterior, lo que reduce la eficacia de la estrategia de seguridad. Sin embargo, los avances tecnológicos y las nuevas estrategias de ataque han reducido la ventana de tiempo necesario para romper incluso contraseñas seguras.

¿Por qué algunas organizaciones permiten contraseñas que nunca caducan?

En respuesta a las molestias y los costos asociados con la renovación frecuente de contraseñas, algunas organizaciones han optado por configurar las contraseñas para que nunca caduquen. Esta práctica busca aliviar tanto la carga de los usuarios como la de los equipos de TI. Los equipos de soporte técnico a menudo reciben muchas solicitudes para restablecer contraseñas olvidadas o no funcionales, lo que se traduce en un alto coste operativo. Algunas estimaciones sugieren que hasta un 50% de las solicitudes de asistencia técnica están relacionadas con problemas de contraseñas, lo que puede tener un impacto financiero significativo.

La falsa sensación de seguridad

Si bien la idea de crear una contraseña fuerte y dejarla sin cambios puede parecer una solución práctica, puede dar lugar a una falsa sensación de seguridad. Aunque una contraseña sólida puede resistir ataques de fuerza bruta, sigue siendo vulnerable a otras amenazas, como el phishing o las filtraciones de datos. Además, el informe Specops Breached Password Report reveló que el 83% de las contraseñas comprometidas cumplían con las normas regulatorias de complejidad y longitud.

Esto significa que, aunque las contraseñas puedan ser técnicamente «seguras», siguen siendo vulnerables a la explotación si no se manejan de manera adecuada.

Reutilización de contraseñas

Uno de los riesgos más significativos de no cambiar las contraseñas con regularidad es la reutilización de contraseñas. Muchos usuarios tienden a utilizar la misma contraseña para múltiples cuentas, lo que crea un punto débil en su seguridad. Si una contraseña se reutiliza en varios sitios y uno de ellos se ve comprometido, todas las cuentas que compartan esa contraseña también corren riesgo.

Según una encuesta de LastPass, el 91% de los usuarios son conscientes del riesgo que implica la reutilización de contraseñas, pero el 59% lo sigue haciendo. Esto pone en riesgo no solo a los usuarios, sino también a las organizaciones que dependen de políticas de seguridad basadas en contraseñas nunca caducas.

Los riesgos inherentes de contraseñas que nunca caducan

Las contraseñas que no se renuevan periódicamente presentan varios riesgos importantes:

1. Exposición a largo plazo

Una contraseña comprometida en una violación de datos podría permanecer sin ser detectada durante meses, o incluso años. El Instituto Ponemon ha descubierto que, en promedio, las organizaciones tardan 207 días en identificar una infracción de seguridad. Si las contraseñas no se renuevan durante ese período, los atacantes pueden aprovechar ese largo tiempo de acceso sin interrupciones para extraer información valiosa.

2. Phishing y ataques externos

Los ataques de phishing siguen siendo una de las principales tácticas utilizadas por los ciberdelincuentes para obtener credenciales. Un empleado puede caer fácilmente en una trampa de phishing, comprometiendo una contraseña que luego no caduca. Aunque las contraseñas seguras pueden resistir ataques de fuerza bruta, no pueden evitar que un usuario sea víctima de un phishing exitoso.

3. Acceso a largo plazo por parte de atacantes

Si una organización permite que las contraseñas nunca caduquen y un atacante obtiene acceso, el riesgo es que los atacantes puedan permanecer en el sistema sin ser detectados durante mucho tiempo. Esto amplía significativamente el impacto de cualquier incidente de seguridad.

Cómo detectar contraseñas comprometidas

Para mitigar los riesgos de contraseñas que nunca caducan, es esencial contar con estrategias adicionales para detectar contraseñas comprometidas. A continuación se presentan algunas tácticas recomendadas:

1. Monitorización de filtraciones de datos

Las organizaciones deben estar atentas a las filtraciones de datos a nivel global. Existen servicios y plataformas que permiten a las organizaciones detectar si sus empleados o sistemas están utilizando credenciales comprometidas en algún incidente de seguridad reciente. Este tipo de monitorización puede ayudar a identificar brechas potenciales antes de que sean explotadas.

2. Autenticación multifactor (MFA)

Implementar autenticación multifactor añade una capa adicional de seguridad, incluso si una contraseña ha sido comprometida. Con MFA, los atacantes no pueden acceder a las cuentas sin pasar por el segundo factor de autenticación, lo que reduce significativamente el riesgo de explotación.

3. Políticas de contraseñas seguras y personalizadas

Las organizaciones deberían implementar políticas de contraseñas que fomenten la creación de contraseñas seguras y largas, pero también considerar el uso de «envejecimiento basado en la longitud». Este enfoque permite a los usuarios utilizar contraseñas más largas durante más tiempo, reduciendo la necesidad de cambios frecuentes, pero manteniendo un estándar elevado de seguridad.

Tendencias y Desafíos en Ciberseguridad

Fortalecimiento del factor humano en ciberseguridad: El ser humano sigue siendo el eslabón más débil en la ciberseguridad, una realidad acentuada por el auge del teletrabajo y la creciente adopción de servicios en la nube. Por ello, es fundamental intensificar la formación en ciberseguridad para los empleados, centrando los esfuerzos en concienciación sobre phishing, ingeniería social y la implementación de autenticación multifactor (MFA), herramientas clave para blindar los sistemas contra accesos no autorizados.

Ciberseguridad en el teletrabajo y la nube: El teletrabajo y el uso masivo de infraestructuras en la nube, como IaaS, PaaS y SaaS, han incrementado las superficies de ataque, lo que requiere estrategias de seguridad más robustas. Soluciones como SD-WAN, Zero Trust y Seguridad como Servicio (SASE) permiten una gestión de riesgos más detallada y flexible, asegurando que únicamente los usuarios y dispositivos autorizados puedan acceder a los recursos críticos de la organización.

Protección de endpoints y redes móviles: Con la proliferación del trabajo remoto, garantizar la seguridad de los dispositivos finales (endpoints) se ha vuelto imprescindible. Los empleados utilizan múltiples dispositivos para acceder a los sistemas corporativos, lo que exige implementar soluciones avanzadas de Prevención de Pérdida de Datos (DLP), cifrado y seguridad móvil. Combinadas con un monitoreo continuo, estas medidas reducen significativamente el riesgo de fugas de información y fortalece la infraestructura.

Copias de seguridad y respuesta ante ransomware: El ransomware sigue siendo una de las amenazas más graves. Para contrarrestarlo, contar con copias de seguridad robustas es esencial, junto con planes de respuesta a incidentes (IR) que minimicen el impacto en caso de un ataque exitoso, reduciendo la pérdida de datos y daños operativos.

Cumplimiento normativo y privacidad de datos: La creciente complejidad de regulaciones como NIS 2 y GDPR obliga a las empresas a adherirse a normativas más rigurosas en cuanto a privacidad y seguridad de los datos. Para garantizar el cumplimiento, es crucial llevar a cabo auditorías periódicas y adoptar prácticas de desarrollo seguro (DevSecOps), asegurando que la seguridad esté integrada en cada fase del ciclo de vida del software.

Inteligencia Artificial para la defensa cibernética: Aunque la Inteligencia Artificial (IA) presenta ciertos riesgos, también es una poderosa herramienta para mejorar la ciberseguridad. Soluciones basadas en IA permiten detectar comportamientos anómalos en la red, anticipar amenazas antes de que se materialicen y automatizar respuestas a incidentes. No obstante, es necesario mitigar los riesgos asociados a la IA, como los ataques adversariales, que pueden comprometer su precisión.

Nuevas Tecnologías y Metodologías Emergentes

Zero Trust y SDN (Software-Defined Networking): El enfoque de Zero Trust ha ganado terreno en el ámbito empresarial, basándose en la premisa de no confiar automáticamente en ningún usuario, sea interno o externo, y controlar el acceso a los recursos mediante políticas estrictas de seguridad. El uso de SDN facilita una gestión centralizada y automatizada de la red, lo que refuerza la seguridad y reduce los tiempos de respuesta ante posibles amenazas.

Seguridad en la nube y SASE: Cada vez más empresas optan por modelos de seguridad basados en la nube como SASE, que combina funciones de red y seguridad en un único servicio. Este enfoque simplifica la protección y facilita el acceso seguro a las aplicaciones y datos corporativos, independientemente de la ubicación de los usuarios.

Autenticación robusta y gestión de identidad (IAM): La implementación de soluciones de Gestión de Identidades y Accesos (IAM) es esencial para asegurar el control sobre quién accede a los recursos y cuándo. Tecnologías como la autenticación multifactor (MFA) y la firma digital añaden capas adicionales de seguridad, reduciendo la probabilidad de robo de credenciales y accesos no autorizados.

Defensa contra ataques DDoS y cifrado avanzado: Los ataques de denegación de servicio distribuido (DDoS) siguen siendo un reto constante. Implementar soluciones específicas para mitigar este tipo de amenazas, junto con el uso de cifrado avanzado, tanto en tránsito como en reposo, ayuda a proteger la confidencialidad y la integridad de los datos.

Análisis forense y pruebas de penetración: Las pruebas de penetración y el análisis forense digital son cruciales para identificar y corregir vulnerabilidades antes de que puedan ser explotadas. Estas prácticas permiten a las organizaciones fortalecer sus defensas y preparar respuestas más efectivas ante incidentes de seguridad.

Conclusión

En el mundo digital actual, donde las amenazas cibernéticas son cada vez más avanzadas, las políticas de gestión de contraseñas deben adaptarse para garantizar una protección robusta. Las contraseñas que nunca caducan pueden parecer una solución conveniente para reducir la carga de los usuarios y los departamentos de TI, pero también pueden generar riesgos importantes. Desde la exposición a largo plazo hasta los ataques de phishing, las contraseñas que no se renuevan pueden abrir las puertas a una serie de vulnerabilidades.

Es crucial que las organizaciones adopten un enfoque holístico, combinando políticas de contraseñas seguras con herramientas como la autenticación multifactor y la monitorización de filtraciones de datos para protegerse de las amenazas modernas. En última instancia, las contraseñas que nunca caducan deben ser utilizadas con cuidado, y solo en situaciones donde existan fuertes mecanismos de detección y mitigación de riesgos.

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